“Pocas enfermedades con tan alto devenir ejemplarizan la historia de la Medicina como la epilepsia”, comenta el Dr. García Albea en uno de los capítulos del nuevo Tratado de Epilepsia, editado por la Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENP), en colaboración con UCB. La publicación, presentada recientemente en el marco del LXIII Congreso de la SEN, ha sido elaborada por más de 70 epileptólogos de nuestro país y está dirigida a los especialistas de la Neurología y a aquellos profesionales sanitarios interesados en esta patología.
En la actualidad, se han descrito más de 30 tipos de crisis epilépticas clasificados según síntomas como sacudidas musculares, convulsiones, contracción brusca de los músculos, mirada en blanco y pérdida de consciencia. Además, se han identificado cerca de 100 síndromes epilépticos, según sus diferentes signos y síntomas. Esta amplia clasificación convierte a la epilepsia en una compleja patología que, hoy por hoy, afecta a cerca de 400.000 españoles. El gran estigma social que rodea la enfermedad, así como la falta de recursos apropiados, hace que entre un 60% y un 90% de las personas que viven con epilepsia en países desarrollados no reciban el tratamiento más adecuado, según la Organización Mundial de la salud.
“En los últimos años, se ha avanzado mucho en las técnicas de neuroimagen, así como en la integración de las diversas exploraciones al paciente que, al fusionarse, ofrecen información más completa del foco epiléptico. En el ámbito del tratamiento también se han desarrollado nuevos métodos quirúrgicos y han aparecido novedades farmacológicas”. Así explica el Dr. Jerónimo Sancho, presidente de la SEN, el contexto en el que ha sido elaborado este Tratado de Epilepsia.
“La epilepsia es el segundo trastorno neurológico más frecuente y afecta tanto a niños, jóvenes y adultos como ancianos, con lo cual el neurólogo se va a enfrentar al diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad con una frecuencia muy alta a lo largo de su vida profesional”, explica el Dr. Javier Salas, del Hospital Universitario Vall d’Hebrón y uno de los coordinadores de la publicación. Por eso, “el principal objetivo de este tratado es el de analizar la epilepsia y los síndromes epilépticos, además de actualizar los conocimientos existentes en el diagnóstico y tratamiento de esta patología”, continúa el Dr. Sancho.
El nuevo Tratado de Epilepsia está dividido en tres secciones y, a través de un total de 47 capítulos, recopila todos los aspectos relacionados con la enfermedad. La primera sección revisa todas las características generales, con apreciaciones sobre la historia de la epilepsia y aspectos básicos de la enfermedad. La segunda parte hace un amplio abordaje sobre el diagnóstico y, en la tercera, se detallan todas las opciones terapéuticas disponibles a día de hoy. “Se trata de una actualización exhaustiva de la epilepsia, poniendo al día tanto los tipos de crisis como de síndromes epilépticos y, sobre todo, el tratamiento farmacológico, psíquico en algunos casos, el pronóstico y también las consecuencias personales para el paciente”, concreta el Dr. Salas.
La población pediátrica, la más prevalente
La incidencia de las epilepsias es alta en la infancia, se estabiliza en la adolescencia y disminuye en la edad adulta. En los estudios epidemiológicos realizados en España se estima una incidencia en los niños menores de 15 años de 62,6 casos por 100.000 personas, con un porcentaje mayor en el primer año de vida, intermedio en la infancia temprana y edad escolar y, menor en la adolescencia. Por esta razón, el Tratado de Epilepsia dedica varios de sus capítulos al diagnóstico y tratamiento de la epilepsia en la edad pediátrica.
Durante la edad infantil, el cerebro se encuentra en plena maduración, por lo que en ocasiones esta circunstancia es determinante en el origen de la epilepsia. En otras, cabe sospechar que la propia enfermedad incide desfavorablemente en la maduración cerebral. En opinión del Dr. Carlos Salas, del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca y otro de los coordinadores del tratado, “el diagnóstico en Pediatría es más laborioso, y el tratamiento, muchas veces, más problemático. Es necesaria una mayor precisión y un ajuste de dosis mucho más meticulosa que en un adulto, puesto que los tratamientos pueden implicar riesgos y repercusiones en el sistema nervioso central que, al hallarse en pleno proceso madurativo, es más fácil que repercutan desfavorablemente en el niño”.