La pubertad y la adolescencia se caracterizan por un aumento de los mecanismos de excitación, parte de ellos debidos a la revolución hormonal de esta etapa, que puede ser la causa de la aparición de algunas crisis generalizadas convulsivas. De hecho, es la edad de aparición de las epilepsias mioclónicas progresivas.
Se calcula que, en torno al 18% de las epilepsias surgen en la adolescencia, entre los 12 y los 18 años –entre un 1,5% y 2% de la población adolescente–, habiendo determinados tipos de síndromes epilépticos que se relacionan directamente con esta etapa de pubertad. Hablamos de algunos de ellos:
Epilepsia de Ausencia Juvenil
Este tipo de epilepsia se inicia entre los 10 y 17 años, tanto en chicos como en chicas, y el 11.5% de los casos presenta antecedentes familiares con esta condición neurológica. Cursa con afectación parcial del nivel de conciencia, con automatismos (20%) y, a veces, con componente motor o autonómico. Las ausencias suelen ser breves, en ocasiones incluso pasan desapercibidas, y suelen presentarse al despertar. En el 80% de los pacientes se asocia a crisis tónico-clónicas generalizadas y en un 15% a crisis mioclónicas. La hiperventilación o la falta de sueño pueden desencadenarlas.
Epilepsia Mioclónica Juvenil
Se trata de una epilepsia que aparece entre los 8 y los 26 años y suele tener un componente genético relacionado con un marcador en el cromosoma 6p21.3. Este síndrome epiléptico afecta también por igual a ambos sexos y se suele presentar al despertar. Cursa con convulsiones bruscas en los miembros superiores. En el 75% de los pacientes se asocian a crisis tónico-clónicas generalizadas que se preceden de mioclonías, y un 30% también presentan ausencias. Falta de sueño y consumo de alcohol pueden ser factores desencadenantes. Se suelen controlar fácilmente con la medicación, aunque el tratamiento se puede prolongar durante años.
Epilepsia en la mujer adolescente
Las niñas con epilepsia, al hacerse mujeres, sufren los mismos cambios hormonales que el resto de las chicas. Y, aunque el tratamiento sigue siendo igual de efectivo, esta revolución de las hormonas puede provocar que se acentúen algunos efectos secundarios que es bueno conocer, como son el aumento de peso o la caída de cabello. Asimismo, la menstruación puede alterar el curso de la enfermedad y empeorar algunas crisis. Se calcula que entre el 10% y el 40% de las mujeres con esta enfermedad sufren epilepsia catamenial, relacionada precisamente con el ciclo menstrual y con el aumento de estrógenos y progesterona.
Recomendaciones
Es importante explicarle al paciente su enfermedad, que la entienda y que la acepte. Los expertos recomiendan que se intente hacer el mismo tipo de vida que se hacía antes de aparecer la epilepsia, aunque teniendo en cuenta una serie de recomendaciones. Ente ellas destacan evitar la privación de las horas de sueño, practicar deportes de riesgo (como la escalada, el parapente o el motociclismo) y no consumir bebidas alcohólicas. También se aconseja tener cuidado con las pantallas de televisión y ordenador, o los destellos de luces en las discotecas para evitar que puedan desencadenarse epilepsias fotosensibles. Un aspecto esencial es el cumplimiento terapéutico, ya que el 70% de los pacientes afectados, con el tratamiento adecuado, consigue controlar la enfermedad y llevar una vida normal.