Controlar las crisis minimizando los efectos secundarios, objetivo principal para mejorar la calidad de vida de los pacientes con epilepsia.
La epilepsia afecta en España a cerca de 400.000 personas. Sin embargo, aunque el arsenal de fármacos antiepilépticos (FAEs) disponibles logra el control de cerca del 70% de los pacientes, conseguir la mejor calidad de vida posible sigue siendo uno de los principales objetivos del colectivo médico especializado en el tratamiento de esta enfermedad. Por esta razón, el Palau de Les Arts Reina Sofía de Valencia ha logrado reunir a algunos de los más destacados neurólogos y neuropediatras de España, como el Dr. Juan José García Peñas, del Hospital Niño Jesús de Madrid, el Dr. José María Serratosa, jefe asociado de la Unidad de Epilepsia del Servicio de Neurología de la Fundación Jiménez Díaz y el Dr. Vicente Villanueva, jefe de la Unidad de Epilepsia del Hospital La Fe de Valencia, a propósito de la XI edición de las jornadas “Epilepsia al Día”.
Ese año, el encuentro se ha centrado en uno de los grandes retos a los que se enfrentan estos pacientes: la mejora de su calidad de vida. El encargado de conducir las jornadas, el Dr. Fernando Mulas, director del Instituto Valenciano de Neurología Pediátrica (INVANEP) y jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Fe de Valencia, ha explicado su objetivo: “la calidad de vida es uno de los bastiones más anhelados alrededor del paciente con epilepsia, que evidentemente va en relación con un mejor conocimiento del diagnóstico de la enfermedad y de las nuevas farmacoterapias que promuevan el mejor control de sus crisis y de la concienciación de la sociedad en general”.
El tratamiento farmacológico y las nuevas farmacoterapias que controlan mejor las crisis de esta patología también han sido abordados en Valencia. En este sentido, los neurólogos del encuentro han analizado, de la mano del Dr. Serratosa, la reciente aprobación en España de lacosamida (Vimpat®), un nuevo fármaco para el tratamiento adyuvante de crisis epilépticas de inicio parcial, avalado por diversos estudios que han demostrado no solo su capacidad para reducir las crisis, sino también un buen perfil de tolerabilidad, lo que podría redundar en la mejora de la calidad de vida de los pacientes con epilepsia; “su eficacia es muy prometedora y seguramente se extenderá su uso en un futuro a todo tipo de crisis epilépticas. Lacosamida es una muestra de que con cada nueva medicación se abre una nueva esperanza para cada paciente con epilepsia”, explica el Dr. Mulas.
Por su parte, el doctor Juan José García Peñas ha presentado, durante la jornada, un estudio sobre los efectos adversos de los fármacos en la calidad de vida de los pacientes infantiles. A este respecto, el director del encuentro reconoce: “Aunque es evidente que la politerapia incide muchas veces negativamente en la calidad de vida de los pacientes, en muchas ocasiones es inevitable para controlar mejor las crisis epilépticas”.
Otras claves tratadas durante la jornada de “Epilepsia al Día” han sido la aportación de la neurocirugía a la calidad de vida de los pacientes; los resultados del primer consenso nacional sobre el uso de FAEs en epilepsia de nuevo diagnóstico; los aspectos prácticos del manejo farmacológico y una sesión interactiva de casos clínicos.
La concienciación social: clave para mejorar la integración
Para el Dr. Mulas, el conocimiento y la concienciación social también son claves para lograr mejorar la calidad de vida de los pacientes con epilepsia: “La población general debería ser más solidaria con estos pacientes porque todavía somos muy excluyentes y esta actitud sólo genera problemas de marginación social y profesional, lo que redunda en una percepción subjetiva del paciente de una pobre calidad de vida”.
El problema se agrava cuando la marginación afecta también a la familia: “Las limitaciones sociales y profesionales repercuten además en el núcleo familiar del paciente, ya que aquel se resiente de la impotencia de ver que un paciente no logra controlar sus crisis a pesar de los esfuerzos realizados”.
El director de las jornadas reconoce que otro de los factores que merman la calidad de vida de los pacientes es el diagnóstico tardío, pues “incide de forma muy negativa principalmente en la epilepsia infantil, que aparece en el primer año de vida. Por ejemplo, tardar en diagnosticar unos espasmos en flexión, como ocurre en el síndrome de West, condiciona un retraso psicomotor de por vida, lo que podría haberse resuelto al lograr un control temprano de las crisis”, a lo que añade, “igualmente es negativo si las crisis motoras mínimas o las ausencias van pasando desapercibidas sin reconsiderar el tratamiento, o si el paciente adulto está descontrolado y persiste con crisis sin encontrar un tratamiento que controle su epilepsia”.
Por todos estos motivos, el Dr. Mulas identifica unas necesidades básicas para los pacientes: “Las necesidades de los pacientes son variables según su edad y la gravedad de su epilepsia, pero en líneas generales, hay que saber dar el apoyo necesario a nivel familiar para evitar el desánimo y actuar a nivel interdisciplinar con los apoyos precisos con psicólogos y terapeutas, no sólo con médicos. A nivel social, hay que promover la concienciación sobre lo que supone ser un paciente con epilepsia, sin estigmatizarlos, pero tampoco sin olvidarlos o ignorarlos. Hay que facilitarles las redes necesarias de apoyo y sobre todo contar y aprovechar las asociaciones de afectados y ayudas al epiléptico que son las que conocen mejor sus problemas, por lo que deberían ser aún más atendidos sus requerimientos por los organismos públicos socio-sanitarios”.