Aunque la evidencia es limitada, la dieta cetogénica se ha utilizado desde hace cerca de 100 años para controlar las crisis epilépticas en niños que no conseguían controlar la enfermedad. Se empezó a utilizar en la Clínica Mayo, en 1920, pero su uso disminuyó con el desarrollo de nuevos antiepilépticos que han conseguido controlar el manejo de la enfermedad y de las crisis. Posteriormente, en la década de los 90 se volvió a incrementar su uso en personas con epilepsia, especialmente en Estados Unidos, pero… ¿funciona? Repasamos la evidencia científica al respecto.
La dieta cetogénica consiste en sustituir los hidratos de carbono por lípidos, haciendo que estos últimos sean el principal aporte energético. Es una dieta alta en grasas y baja en hidratos de carbono, de modo que se provoca un estado de cetosis –es decir, presencia de cuerpos cetónicos en sangre, sustancias que aparecen en condiciones de ayuno– y se incrementa la quema de grasas por parte del organismo.
En esta dieta, las grasas se aportan a través de alimentos ricos en las denominadas grasas buenas y las proteínas por medio del huevo y las carnes. Las calorías, las proteínas y los líquidos se deben controlar con mucho cuidado. No obstante, a cada paciente se le debe ajustar la dieta en función de su organismo.
Desde hace años se ha relacionado con la reducción de crisis en la epilepsia refractaria, aunque la evidencia aún es limitada. En cualquier caso, la dieta se debe mantener por un tiempo limitado ajustándola gradualmente hasta conseguir una dieta más normalizada.
Evidencia científica
En 2011, un estudio publicado en la Revista de Neurología, sostenía que la dieta cetogénica puede considerarse como una opción terapéutica para las epilepsias refractarias antes de iniciar otras medidas más agresivas o cuando no era posible la opción de la cirugía. En este estudio se revisaron los datos de 30 pacientes con ese tipo de epilepsia, 10 de ellos tuvieron una respuesta positiva a la disminución de las crisis durante seis meses.
Por otro lado, una revisión sistemática de los estudios científicos, hecha en 2016, sobre la efectividad de la dieta cetogénica en la reducción de las crisis en niños con epilepsia refractaria, concluía que existe una evidencia moderada de que la dieta cetogénica clásica es más efectiva que otras para disminuir las crisis epilépticas. Asimismo, señala que la decisión de aplicar este tipo de dietas debe tenerse también en cuenta las preferencias y seguridad del tratamiento.
Dieta cetogénica y vías neurocognitivas
Finalmente, un estudio publicado en 2017 en la revista Cell Metabolism, ahondaba en este aspecto y sus conclusiones ponían de manifiesto que el aumento de aporte de cuerpos cetónicos en la sangre y la disminución de los carbohidratos activan genes implicados en el envejecimiento y en las vías neurocognitivas cerebrales.
No obstante, este estudio ha sido realizado en animales y no en personas por lo que hay que tomarlo con las reservas necesarias. En una entrevista publicada en el diario La Razón, el doctor José Ángel Díaz Pérez, director de la Unidad de Endocrinología del Hospital Universitario HM Puerta del Sur, calificaba estos resultados de interesantes, y subrayaba que, en cualquier caso: “En personas mayores debemos tener especial cuidado con todas las dietas y evitar la restricción de todo tipo de nutrientes, ya que la prevalencia de desnutrición en este grupo de población es muy alta”. Motivo por el que sugería alternar una dieta cetogénica con una dieta regular.
Después de conocer todos estos datos, recuerda que es importante que antes de iniciar una dieta cetogénica por tu cuenta consultes con tu neurólogo la idoneidad en función de tu estado de salud.